¿Alguna vez has escuchado hablar del efecto coolidge? Para poder explicártelo hemos decidido escoger un buen ejemplo que te va a ayudar a entenderlo de una forma mucho más sencilla:
Imagina que tienes ganas de tener sexo en una noche determinada. Echas un vistazo a la agenda de tu teléfono móvil y descubres que tienes el número de una chica con la que ya has tenido relaciones sexuales varias veces en el pasado. Sin embargo, es posible que esto no te llegue a motivar del todo ya que, por una parte empieza a ser repetitivo y, por otra, el hecho de que nos den todo tan fácil no es algo que nos guste demasiado.
Ahora bien, seguimos revisando la agenda y nos encontramos con el teléfono de una chica que conocimos el fin de semana anterior. No es que una sea mejor que la otra, no es que una tenga mejores tetas o mejor culo, lo único que nos ocurre es que es otra y esta es la variedad que necesitamos para poder excitarnos.
¿En qué se basa el efecto coolidge?
Esto no es algo específicamente del hombre: de hecho es algo que ocurre la mayoría de los machos mamíferos. Su interés sexual se vuelve a originar en el momento en el que aparecen nuevas hembras a la vista. Incluso, ellos son capaces de rechazar sexo con compañeras que están dispuesto tenerlo por la posibilidad de conseguirlo con una nueva.
Esto es algo que los investigadores han podido probar: se hizo un experimento con un ratón al que se le encerró con varias ratonas. Después de tener sexo con todas ellas llegó un momento en el que empezó a perder interés sexual. Ahora bien, en el momento en el que se introdujo a una nueva, el apetito sexual se incrementó.
Un curioso efecto que puede dar explicación a muchas de nuestras conductas.